
El Resquicio: una mirada a la oscuridad del alma
Es importante, estratégico desde un punto de vista de industria, la exploración de nuevas temáticas y nuevos géneros en el cine colombiano. El horror y el misterio han sido dos géneros poco explorados en el cine, a pesar de la cantidad de atrocidades que suceden en la vida real de nuestro país. La comedia televisiva y el drama han sido los principales géneros de las películas de los últimos años. Y ahora el “narco-pop”, tanto en cine como en televisión, ha irrumpido como género destacado, sacando a flote, entre otras cosas, ciertas corrientes sub-conscientes de nuestra sociedad, ese gusto retorcido y contradictorio que Colombia encuentra en la estética y la práctica del narcotráfico. Por eso es refrescante encontrarse con propuestas cinematográficas nuevas, con intentos de profundizar en el alma humana desde puntos de vista diferentes y géneros poco frecuentados en nuestro cine.
El Resquicio, ópera prima del director Alfonso Acosta y la empresa Cabecitanegra Producciones, constituye ese intento de exploración de espacios diferentes, tanto del país como del alma de los personajes, dentro de un marco de cine de misterio y horror. Se podría decir que es una historia sobre la desintegración familiar, y sobre esa energía misteriosa siempre presente en las relaciones entre hermanos. En esta película, sin embargo, el enfrentamiento entre hermanos llega hasta los más oscuros extremos, hasta ese punto que experimentaron y sufrieron los “hermanos originales” Caín y Abel.
Una familia relativamente extensa compuesta por tres parejas de “hermanos”, la madre y su hermana, dos gemelos niños, y dos hermanos-hombres-jóvenes, viajan a una finca solitaria en alguna parte de la sabana de Bogotá, allí donde los paisajes verdes se extienden sobre el horizonte, y los infiernos los lleva cada uno por dentro. Ausente está el padre, que no existe, y la hermana adolescente que murió trágicamente tiempo atrás y que aún pesa sobre el alma y el cuerpo de los hermanos jóvenes. La casa de recreo en la que se hospedan quiere parecerse a la casa de Alfred Hitchcock en Psicosis, pero las restricciones de producción de la película lo impiden desafortunadamente. Es en este “encierro”, sometidos a la claustrofobia de las montañas verdes, al frío sabanero, y a las visiones tentadoras que revelan los bordes entreabiertos de puertas y ventanas, en el que las diferentes parejas de hermanos y hermanas avanzarán hacia la autodestrucción de sus propias almas, hacia un espacio de maldad que en esta película se encuentra en el infierno parido por una familia sin máscaras.
El Resquicio posee una premisa aterradora y enigmática, novedosa dentro del panorama de cine nacional. Sus defectos se encuentran en las actuaciones irregulares de los actores; en la intención permanente de hacer una historia críptica y pausada, sacrificando claridad y ritmo/velocidad (algo que los espectadores siempre aprecian); y en las limitaciones de recursos de producción a las que se enfrenta siempre el cine ultra-independiente de Colombia.
De cualquier modo la película demuestra una obsesión por explorar un tema transgresor y por llevar a los personajes al límite del remordimiento y la traición dentro de ese espacio narrativo. Este tipo de intensidad en la exploración temática no es usual en las películas nacionales, tampoco lo es el marco genérico de misterio y horror en el que se desarrolla El Resquicio. Temas y géneros nuevos, los dos son bienvenidos.
Deja un comentario